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Arquitectos: Hristina Hristova
- Área: 9 m²
- Año: 2015
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Fotografías:Deyan Tomov
Descripción enviada por el equipo del proyecto. La idea de esta pequeña casa de vacaciones nació de nuestro deseo de estar lejos de las multitudes, del concreco de los resorts de veraneo de cinco estrellas, como también de pasar el tiempo en algún lugar más tranquilo y cercano a la naturaleza. Como familia joven, nuestro presupesto fue limitado, por lo que la idea de comprar un terreno y construir en el era lejana e imposible. Y, al hacerlo, solo formaríamos parte del ejército invasor de concreto al lado del mar. Así que optamos por hacer que nuestro espacio de retiro sea sobre ruebdas. Las restricciones que desafían el tamaño de un vehículo que pueda circular libremente en las carreteras determinó el tamaño de nuestra propia casa - 9 metros cuadrados. Esto fue todo lo que teníamos para hacer una casa funcional.
El espacio limitado fue un reto pero nos las arreglamos para encajar todo lo necesario sin la desagradable sensación de claustrofobia, de estar atrapado en un lugar estrecho y lleno de cosas. La altura estándar es de 2,4m en la cumbrera del techo, y así como el acristalamiento sustancial, hicieron que este pequeño proyecto se sienta más como una casa espaciosa. La luz que entra por las ventanas de altura completa permitió que la increíble vista al mar se convirtiera en una parte dominante en el interior. El tacto de los materiales utilizados era muy importantes para nosotros, elegimos ir con revestimiento blanco aceitado y chapa de madera. Este aceite permitió a la madera respirar y mantiene el encantador olor de madera recién cortada para siempre en la pequeña casa.
Como el principal objetivo de este proyecto era hacernos pasar más tiempo al aire libre y compensar los lluviosos días de invierno en la oficina, hicimos que el exterior sea una continuación natural del interior. Una gran banca se extiende a través de la fachada principal para crear un espacio suficiente para nuestros queridos amigos que vienen a visitar. Bajo el dosel pasamos largas tardes bebiendo vino frío. Y, como las tradiciones búlgaras a menudo exigen que el vino de la tarde se convierta en cenas con comida de mar y música ligera, hemos añadido un acento de iluminación exterior, así como cristales blancos para reflejar mejor la luz.
Koleliba, como nombramos a esta pequeña casa (koleliba - una palabra compuesta que significa una choza con ruedas), es nuestra respuesta al consumismo invasor que nos anima a siempre querer casas más grandes, mejores e innecesariamente de lujo. Es un paso atrás para una vida más sencilla y sin excesos, pero llena de tiempo libre, momentos felices y amigos que a menudo tienen que sacrificarse en nuestros impulsos que nunca acaban de pedir más.